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Las flores, uno de los elementos más representativos de Colombia y de Antioquia, han sido el eje central de un evento que se celebra en la capital de este departamento desde 1957. La primera feria se llevó a cabo el 1 de mayo de dicho año y con el paso del tiempo fue cogiendo fuerza hasta convertirse en un motivo para que turistas nacionales e internacionales visitaran la “ciudad de la eterna primavera”.
Esta importante iniciativa estuvo a cargo de Arturo Uribe, miembro en aquella época de la Junta de la Oficina de Fomento y Turismo. Aunque su primera versión no se compara a lo que la feria es en la actualidad, los habitantes empezaron a verse cada vez más atraídos por el encanto de las flores antioqueñas que propiciaron una alegre ambientación en diversos espacios sociales.
Cuarenta campesinos del corregimiento de Santa Elena se encargaron de realizar el primer desfile de silleteros, y además se llevó a cabo una exposición de flores organizada por el Club de Jardinería de Medellín y monseñor Tulio Botero.
Aunque mayo fue el mes asignado a las flores, a partir de 1958 la feria se pasó para agosto, mes de la independencia antioqueña. Igualmente, con el paso del tiempo, nuevos eventos se fueron integrando a la feria como la cabalgata, el desfile de autos clásicos y antiguos, los tablados, las fondas montañeras, entre otros.
Lo que comenzó como una sencilla muestra del trabajo de algunos de nuestros campesinos, en la actualidad es considerado un evento cultural en el cual existen casi un centenar de espacios dedicados a la familia y a la diversión, con interesantes matices culturales.
La silleta, un tradicional instrumento de carga, tiene un papel fundamental en el transcurso de la feria: exhibir flores de todos los tamaños y colores que, formando delicadas figuras, adornan este evento año tras año.
No es para menos decir que el desfile de silleteros, uno de los programas más esperados de la Feria de las Flores, demuestra por qué Medellín dedica nueve días al año a este producto, exhibiéndolo en todos los rincones de la ciudad pero con una muestra particularmente admirable durante esta exposición.
La historia del silletero comprende más de un siglo e inicialmente se concebía como aquel encargado de transportar mercancía y personas de un lado a otro. Con el paso del tiempo, los campesinos del corregimiento de Santa Elena, vieron en este objeto un buen medio para trasladar y vender sus flores en Medellín y fue así como poco a poco estos personajes se convirtieron en un emblema de la ciudad hasta el punto de traspasar fronteras.
El resultado actual comprende el trabajo de cientos de ellos que, además de aplicar toda su creatividad, realizan un esfuerzo físico cargando silletas que en muchas ocasiones puede igualar o sobrepasar su propio peso.
En lugar de ser una costumbre empolvada en la historia, los silleteros hoy brillan con luz propia, obtienen reconocimientos y son aplaudidos con gran orgullo por todos los espectadores del desfile que anualmente tiene como escenario las calles de Medellín.
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